¡Tú lo que quieres es un perro de peluche!

Si, lo sé, suena un poco cínico, pero es lo que suelo pensar cuando alguien me hace la lista de las cualidades que esperan de su perro.

Quieren un perro que no se haga pipí en casa, que no ladre, que no estire de la correa, que no se suba encima de las visitas y que no persiga a los niños. Un perro que no tenga mente propia, que no sea dominante y que no les cause problemas. Quieren que sea perro, pero al parecer, quieren que no haga nada.

Creo que a veces olvidamos por qué amamos tanto a los perros. Mientras pensamos en todas las cosas que no queremos que hagan, nos olvidamos de lo que tanto nos gusta de ellos.
Su comportamiento. Lo que hacen, y la forma en que lo hacen. Cómo corren, las miradas que nos echan, los trucos que han aprendido… eso que nos hace sonreír y nos acerca tanto a ellos porque, por unos momentos, dejamos de ser nosotros.

A diferencia de los peluches, los perros reales se mueven, respiran y hacen ruido. Ellos usan sus ojos, sus rostros y sus cuerpos, y nosotros les miramos, nos movemos y les hablamos.
A esto se le llama comunicación.
Alegría. Amor. Los perros vienen hacia nosotros, caminan a nuestro lado, nos traen lo que les hemos tirado y juegan con nosotros, estiran de un juguete, y de nuestros corazones.
Es en su forma de hacer las cosas donde vemos cómo son.
Animados. Cálidos. ¡Vivos!
Justo como nosotros, pero a la vez, tan diferentes.

Y sí, hacen pis, ladran, saltan y tiran de la correa. Persiguen cosas y, a veces, causan problemas. Y al final, resulta que tienen mente propia.
Esa mente, y la nuestra, deben interactuar, trabajar juntas.
Nuestras acciones, amables e informativas, como respuesta a las suyas.
Al adiestrarlos, ayudamos a nuestros perros a escoger de forma diferente, a descubrir nuevas conductas.   Y sus conductas nos ayudan a nosotros a actuar de forma diferente, a pensar con más claridad.
Eso también es comunicación.
Enseñando. Aprendiendo.
Lo que hace uno le da información al otro. Ambos se realimentan.
Quién adiestra a quién?
Y a quién le importa?

Al final del día, tu perro es todo lo que ha hecho. Se estira sobre su manta. O se enrolla sobre sí mismo en el sofá a tu lado, y notas su contacto. Su respiración se ralentiza y ronca suavemente. A veces, se retuerce y lanza un gemido ahogado contra algún sueño que nosotros no podemos ver.

Tu perro es un ser increíble. Tan diferente de nosotros, pero a la vez tan conectado con nosotros.
Tan vivo. Tan cálido y real. Mucho mejor que un perro de peluche.
Tu perro es exactamente lo que tú quieres 🙂

 

 

© Traducción y adaptación de un artículo publicado en el blog Michael’s Dogs Training & Behaviour (http://www.michaelbaugh.com).
Michael Baugh es adiestrador de perros en Houston (EEUU) y está especializado en conductas caninas relacionadas con el miedo y la agresión.